Antes de nada, me gustaría disculparme por haber tardado tantísimo en actualizar. Como ya sabéis, mi intención inicial era presentar un nuevo tema cada semana, pero me temo que, entre clases, exámenes, trabajos, e incluso una vida social básica, me va a ser imposible seguir ese ritmo. Por eso, desde ahora Psychology Weekly se convertirá en Psychology Today, y la información llegará cuando el tiempo lo permita.


¿Cuántas veces hemos querido decir que no a una propuesta que no nos beneficiaba en absoluto? ¿Cuántas veces vuestras madres han servido el almuerzo y se han quedado con la peor parte? ¿Cuántas veces nos hemos dejado llevar por el enfado y hemos descalificado a alguien sin razón? ¿Cuántas veces nos hemos sentido culpables por decirle a alguien directa y sinceramente que esa camiseta no le sentaba nada bien?

Todo esto, como es evidente, forma parte de nuestras habilidades sociales, nuestra capacidad para comunicarnos e interaccionar con los demás para establecer relaciones sociales.

El ser humano, cuenta con tres estrategias o estilos de comunicación en su repertorio conductual: la pasividad, la asertividad, y la agresividad.


Una conducta pasiva se caracteriza por la emisión de mensajes indirectos, rodeos y/o numerosas disculpas; inhibición de lo que se quiere decir por miedo o vergüenza, donde normalmente se cede a lo que los otros quieren; voz temblorosa e insegura; evitación del contacto visual, etc. Por otro lado, la conducta agresiva suele presentar exigencias, acusaciones, imposiciones y mandatos; voz fría y autoritaria; postura rígida y soberbia, etc. Por último, la conducta asertiva se posiciona entre estas dos, caracterizándose por una escucha atenta, actitud natural; expresión objetiva y directa de lo que realmente se quiere, de sentimientos; voz firme y relajada; ojos expresivos y mirada clara, etc. Un ejemplo muy simplificado de cada uno de estos estilos sería:
Situación: Un día antes del examen, tu compañero de clase te pide que le prestes todos tus apuntes. Tú aún no has terminado de estudiar, y no quieres prestárselos.
Pregunta: ¿Te importa dejarme tus apuntes? Es que me faltan cosas y necesito estudiar.
PASIVIDAD: Claro. Y quédatelos todo lo que quieras.
AGRESIVIDAD: Pues no me da la gana, porque eres un inútil y siempre que te presto algo lo pierdes o me lo estropeas.
ASERTIVIDAD: Me temo que no. Mañana es el examen y yo tengo que repasar.
Como puede observarse, la actitud asertiva es el comportamiento comunicacional más congruente, clara, directa y equilibrada, donde realmente se están expresando nuestros sentimientos, opiniones e ideas, sin intención de herir o perjudicar a la otra persona. La asertividad, en resumen, es la habilidad social para expresar nuestros sentimientos y opiniones y defender nuestros derechos, respetando la opinión de los otros (esto es, su propia asertividad) y asumiendo nuestra responsabilidad, todo esto sin sentimientos de culpa, ansiedad o enfado.

Por esto, existe una serie de derechos asertivos básicos, donde se recoge de forma explícita las libertades y responsabilidades que tiene cada individuo en sus relaciones sociales. Estos derechos son los siguientes:
  • Derecho a ser tratados con respeto y dignidad.
  • Derecho a equivocarnos y ser responsables de nuestros errores.
  • Derecho a tener y expresar nuestras propias opiniones, valores, y necesidades, y que sean tan importantes como las de los demás.
  • Derecho a juzgar nuestras necesidades, establecer nuestras prioridades y tomar nuestras propias decisiones.
  • Derecho a elegir entre responder o no hacerlo.
  • Derecho a actuar sin tener que justificarnos ante los demás, siempre dentro del marco del respeto.
  • Derecho a decir "no" sin experimentar sentimientos de culpa o egoísmo.
  • Derecho a pedir lo que queremos, sin olvidar el derecho de la otra persona a rechazar nuestra petición.
  • Derecho a experimentar y expresar nuestros sentimientos, así como a ser sus únicos jueces.
  • Derecho a cambiar de opinión.
  • Derecho a protestar cuando se nos trata injustamente.
  • Derecho a reflexionar antes de actuar.
  • Derecho a decidir qué hacer con nuestro cuerpo, tiempo, y propiedad.
  • Derecho a no responsabilizarse de los problemas de otros.
  • Derecho a escoger no comportarse de forma asertiva.
  • Derecho a ser escuchado.
  • Derecho a ser independiente.
  • Derecho a disfrutar y ser feliz.
  • Derecho a tener éxito y reconocerlo sin sentimientos de culpa.

Como véis, estos derechos son algo fundamental y bastante evidentes. Sin embargo, creo que muchas veces los olvidamos; ponemos las necesidades de los demás por encima de las nuestras, nos sentimos culpables al hablar con claridad, nos pasamos de humildes cuando tenemos éxito en algún ámbito de nuestra vida, etc. Por esto, siempre hay que tener presentes los derechos asertivos, porque son nuestros y de todos, y porque son la base fundamental de unas relaciones sociales sanas y enriquecedoras.


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